TEMAS PRINCIPALES DEL CAPÍTULO DE LOS TAHAMÍES
1. Los Tahamíes: Orígenes y organización social
Los Tahamíes, según Saldarriaga, eran un grupo indígena que habitaba las regiones entre el río Porce y el Magdalena, con un posible origen Caribe venezolano. Se destacan por su cultura de intercambio comercial y minería, y por la presencia de personajes históricos como Nurí Cocamí, quien realizaba trueques de oro por coca en Zaragoza, y el cacique y orfebre Nolí, que gobernó Amalfi y Anorí.
En su estructura social, los Tahamíes tenían caciques que llevaban báculos de oro como símbolo de poder, mientras que sus guerreros portaban macanas, arcos y flechas envenenadas. Sus aldeas estaban organizadas estratégicamente para el comercio y la defensa.
El cronista Juan de Castellanos menciona a líderes como Guarcama, Neguerí, Omaga y Cuerquicí, describiéndolos como guerreros belicosos y expertos en el uso de flechas envenenadas.
2. Orfebrería y técnicas avanzadas en la metalurgia
Uno de los aspectos más destacados de los Tahamíes fue su orfebrería, compartida con los Catíos. Fabricaban poporos huecos de oro, trabajados con una precisión impresionante. La técnica de la cera perdida era común en sus diseños, en los que utilizaban moldes de arcilla y cera especial para crear piezas intrincadas.
Saldarriaga explica que las soldaduras de los Tahamíes implicaban la creación de una aleación eutéctica, una técnica avanzada que permitía unir piezas de oro sin que se notara la soldadura. Además, sus piezas eran pulidas y retocadas para asegurar un acabado perfecto, evidenciando un dominio metalúrgico comparable con otras culturas precolombinas avanzadas.
El cronista Sahagún describe cómo los indígenas usaban pequeñas estacas de madera dentro de los moldes de cera para sostener el núcleo de las figuras, un método que facilitaba la producción de piezas de gran tamaño.
3. Creencias, brujería y cosmovisión Tahamí
Saldarriaga destaca la relación de los Tahamíes con la brujería y la hechicería, evidenciada en su cerámica, en la cual representaban gnomos, espíritus y deidades misteriosas. Sus rituales estaban ligados a la selva y al culto a los árboles, los cuales eran vistos como entidades vivientes.
En su mitología, los relámpagos eran considerados semillas del sol, capaces de generar oro dentro de las montañas. También creían en guardianes de los tesoros, como la Madre Monte, y elaboraban efigies cerámicas para proteger sus riquezas.
El cronista Pedro Cieza de León menciona cómo los indígenas usaban plantas con alcaloides, como la yuca y el yopo, lo que posiblemente les producía expresiones eufóricas y sonrisas exageradas, reflejadas en sus urnas funerarias.
4. Conflictos con los conquistadores españoles
La llegada de los españoles generó múltiples conflictos con los Tahamíes. En 1570, Gaspar de Rodas dirigió una expedición para conquistar sus territorios, estableciendo haciendas y reclutando indígenas como esclavos.
El cacique Yutengo, en un acto de desafío, se presentó ante los españoles para declararles la guerra:
Los españoles respondieron con ataques a los poblados tahamíes, aprovechando momentos de vulnerabilidad, como los funerales del cacique Sinago, para capturar esclavos.
Durante las batallas, los Tahamíes se aliaron con los Nutabes, formando ejércitos con mujeres y niños que gritaban y exhibían sus flechas envenenadas para atemorizar a los conquistadores. En un ataque, los españoles mutilaron a un joven guerrero Tahamí, cortándole las orejas y los talones para dejarlo inválido y forzarlo al bautismo.
El cronista Castellanos relata la resistencia final del cacique Ochalí, quien, herido en combate, continuó luchando hasta que finalmente cayó.
5. Ingeniería indígena: Los puentes colgantes Tahamíes y su legado
Los Tahamíes fueron ingenieros notables en la construcción de puentes colgantes sobre los ríos de su territorio. El cacique Neguerí y el líder Aberunco construyeron puentes de bejucos y guaduas sobre el río Cauca, facilitando el tránsito entre sus territorios y los de sus aliados Nutabes y Yamesíes.
Estos puentes eran fundamentales para la movilidad y el comercio entre los pueblos indígenas. El cronista Pedro Cieza de León describe cómo los españoles quedaron maravillados por la resistencia y funcionalidad de estas estructuras, comparándolas con las de los Incas.
Años después, el ingeniero colombiano José María Villa, constructor del Puente de Occidente en el siglo XIX, fue influenciado por las técnicas indígenas, demostrando la continuidad de este legado arquitectónico.
6. El arte cerámico Tahamí: Las figuras sonrientes y su significado
La cerámica Tahamí es una de las más peculiares de la región. Destacan las figuras antropomorfas sonrientes, que representaban no solo aspectos estéticos, sino también su visión del mundo y la espiritualidad.
Saldarriaga explica que estas urnas funerarias tenían caras caricaturescas con expresiones alegres, lo que sugiere que los Tahamíes intentaban aliviar el miedo a la muerte. Los ceramistas modelaron efigies con ojos arqueados y bocas con comisuras levantadas, como si expresaran una risa eterna.
El cronista Juan de Castellanos menciona que los Tahamíes tenían una cosmovisión en la que la risa y la alegría eran símbolos de trascendencia y esperanza en el más allá.
7. Intercambios comerciales indígenas: Sal, oro y productos textiles
Los Tahamíes fueron expertos en el comercio y el trueque, estableciendo rutas comerciales con los Muiscas y otros pueblos del interior.
Entre los productos más cotizados en sus intercambios estaban:
Oro en polvo, extraído de los ríos Porce y Nechí, y truequeado con los Muiscas a cambio de sal y esmeraldas.
Textiles y algodones, producidos por sus tejedores y usados en la confección de prendas rituales.
Armas y herramientas, como cuchillos de obsidiana y lanzas con puntas endurecidas al fuego.
El explorador Gosselman, en el siglo XIX, menciona que incluso después de la Conquista, en las antiguas minas Tahamíes aún se encontraba oro escondido, evidencia de la riqueza que los indígenas ocultaron de los españoles.
8. El Valle de Arbí: La mítica tierra de oro buscada por los españoles
El Valle de Arbí fue un enigma tanto para los indígenas como para los conquistadores. Jorge Robledo y sus hombres lo buscaron incansablemente, convencidos de que allí se encontraba una mina de oro sin igual.
Los exploradores enviados por Robledo recorrieron el río Porce, Anorí y Nechí, encontrando poblados Tahamíes y Nutabes, pero sin descubrir el mítico Arbí. El cronista Francisco Vallejo regresó de la expedición sin haberlo hallado, lo que incrementó la leyenda sobre su existencia.
El Valle de Arbí siguió siendo un secreto bien guardado por los indígenas y más tarde por los colonizadores europeos, quienes establecieron en la zona minas de oro explotadas en secreto por alemanes e ingleses en el siglo XIX.
9. Los rituales funerarios y creencias religiosas de los Tahamíes
La muerte tenía un significado trascendental en la cultura Tahamí. Sus ritos funerarios combinaban elementos astrales y de culto al agua, creyendo que el relámpago sembraba oro en las montañas.
Para sus entierros, utilizaban urnas en forma de huevo, simbolizando la transformación del alma en una entidad eterna. Estas urnas eran decoradas con caras sonrientes, transmitiendo la idea de una muerte festiva y no trágica.
En sus mitos, los Tahamíes creían en la Madre Monte, guardiana de los tesoros, y en duendes y jaguares dorados que protegían las minas de oro de los intrusos.
El cronista Pedro Cieza de León menciona que los rituales incluían el uso de yopo y tabaco, plantas alucinógenas que los chamanes utilizaban para comunicarse con los espíritus.
Conclusión: Un pueblo de guerreros, innovadores, comerciantes y artistas visionarios.
El capítulo de Los Tahamíes en El Paisa y sus Orígenes de Ricardo Saldarriaga Gaviria ofrece una visión detallada de esta fascinante cultura. A través del análisis de sus estructuras sociales, metalurgia, creencias y conflictos con los españoles, Saldarriaga reconstruye la historia de un pueblo que resistió la colonización y dejó un legado invaluable.
Los Tahamíes fueron ingenieros, guerreros y artistas, cuyas hazañas han sido registradas en crónicas y estudios arqueológicos. Sus puentes colgantes, orfebrería avanzada y resistencia feroz los convierten en una de las civilizaciones más notables del noroccidente colombiano.
Los Tahamíes lograron fusionar arte, religión y tecnología en una cosmovisión única, cuyo legado aún se puede rastrear en la historia y la arqueología del país.
Este capítulo es una invitación a conocer más sobre su cultura, sus mitos y su arte, aspectos que Saldarriaga ha documentado con una riqueza de detalles que solo un experto en la historia precolombina podría ofrecer.

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