Caramanta: Ecos del Viejo Mundo en las tierras del oro
Caramanta: Ecos del Viejo Mundo en las tierras del oro
Una mirada alternativa desde el pensamiento del antropólogo Ricardo Saldarriaga Gaviria
Por: Sergio Saldarriaga Berdugo (hijo del autor)
Basado en el capítulo de los Caramantas del libro El Paisa y sus Orígenes de Ricardo Saldarriaga Gaviria
Resumen
La provincia de Caramanta —ubicada en el actual territorio de Antioquia y parte del Viejo Caldas— fue un centro de actividad comercial, minera y cultural antes de la llegada de los españoles. En el capítulo dedicado a los Caramantas del libro El Paisa y sus Orígenes, el antropólogo físico Ricardo Saldarriaga Gaviria propone una visión audaz: la posibilidad de contactos precolombinos entre las culturas indígenas de esta región y civilizaciones del Viejo Mundo. A través de hallazgos arqueológicos, relatos de guaqueros y documentos históricos, se construye una hipótesis provocadora que desafía la visión tradicional del aislamiento americano antes de 1492.
Caramanta y la ruta del oro
Según Saldarriaga Gaviria, la región de Caramanta era reconocida por su riqueza aurífera, lo que habría atraído desde épocas precristianas a diversos grupos culturales, tanto indígenas como extranjeros. No es improbable, sostiene el autor, que visitantes de remotos continentes hayan llegado motivados por el oro, dejando vestigios aún no interpretados plenamente por la arqueología.
Testimonios arqueológicos desconcertantes
El autor recoge testimonios de hallazgos inusuales documentados por el investigador Arango. En el pueblo de Santuario (Risaralda), por ejemplo, se habría encontrado una figura de oro con manto metálico que los guaqueros identificaban como "un santo". También se menciona una piedra con inscripciones similares a letras occidentales, que fue destruida en parte por buscadores de tesoros. Otro hallazgo extraordinario ocurrió en La Popa (Quindío), donde una cruz de doble travesaño —similar a la Cruz de Lorena— fue desenterrada en una tumba profunda, con características técnicas y estéticas que evocan el trabajo de orfebres europeos o medio-orientales.
Estos objetos, lejos de ser meros accidentes o imitaciones, podrían indicar la presencia de navegantes o misioneros provenientes de culturas como la vikinga, la celta, la greco-romana o incluso de religiones orientales como el budismo o el brahmanismo.
Escrituras y símbolos aún sin traducción
Uno de los puntos más intrigantes del capítulo de Saldarriaga es la referencia a piedras con inscripciones similares al alfabeto latino o griego, descubiertas en zonas como Totocal, cerca de Toro (Valle del Cauca). Estas escrituras, grabadas en planchas de piedra y sin traducción posible hasta hoy, abren la puerta a interpretaciones difusionistas o hiperdifusionistas del origen cultural americano.
La arqueología, según el autor, aún no cuenta con las herramientas necesarias para interpretar estos mensajes del pasado. Se requiere una arqueología comparada más audaz, capaz de conectar simbolismos, normas estéticas y religiosidad entre continentes.
El Imperio Ylama y las posibles influencias transoceánicas
Saldarriaga plantea la existencia de una entidad cultural mayor que denomina Imperio Ylama, al que pertenecerían pueblos como los Caramantas, Ansermas, Quimbayas y Chancos. Este imperio habría recibido influencias externas a través de viajeros o misioneros llegados por vía marítima a costas como las del río San Juan (Chocó), conectando con redes comerciales que, hipotéticamente, incluyeron fenicios, egipcios, griegos y romanos.
Incluso menciona la supervivencia del latín en algunas islas de la Polinesia, como argumento de la vastedad y persistencia de esas conexiones.
Conclusión: una historia aún por descifrar
La obra El Paisa y sus Orígenes de Ricardo Saldarriaga Gaviria ofrece una lectura alternativa y profundamente sugerente sobre la prehistoria cultural de Colombia. En su capítulo sobre los Caramantas, el autor defiende con erudición e imaginación la posibilidad de una América abierta al mundo mucho antes de la llegada de los españoles.
El desafío, hoy, no es solo arqueológico, sino epistemológico: atrevernos a mirar los vestigios del pasado con una mente más abierta y un método más comparativo, capaz de ver en una cruz, en una inscripción o en una máscara funeraria, la pista de civilizaciones que cruzaron océanos antes de que Colón los "descubriera".
Texto Original tomado del capítulo de los Caramantas.
La provincia Caramanta de Anserma fue de gran actividad comercial, pues a ella habrían llegado desde épocas precristianas, grupos muy singulares y de costumbres diferentes a las de los Caramantas como lo corrobora la arqueología. No es de extrañar que una región tan rica de oro, la hubieran ignorado las etnias vecinas o los expertos comisionados de los poderosos Imperios del Viejo Mundo. Arango nos comenta en sus libros que en el pueblo de Santuario (Risaralda), «...se halló un cacique de oro, que tenía un manto del mismo metal; los guaqueros decían que era la estatua de un santo, por la forma del vestido. Cerca de Macho-negro, en una quebrada hay una piedra fina, de 2 varas de altura, que tiene un escrito cuyas letras son vaciadas; no rebajaba el número de 20 letras, que corresponden a nuestro idioma; los buscadores de tesoros han reventado esta piedra con dinamita buscando dentro de ella un tesoro y han dañado mucho el escrito...» (Arango p. 199). Posiblemente el mensaje estaría escrito en latín o en griego. Al presente estamos en Neolíticas circunstancias casi como iletrados, pues la arqueología no tiene aún manera de salvar la información ni de interpretar los ideogramas, ni la simbología religiosa del pasado, ni las normas estéticas de las efigies. Esperamos que la Arqueología Comparada o la Iconografía nos permita comprender algo de las variadas culturas que influyeron en el Imperio Ylama.
Es muy posible que antes de los Españoles a la región Caramanta hubieran llegado, además de los buscadores de oro, misioneros de diferentes religiones: brahamanistas, budistas, taoístas, célticos y cristianos; Arango dijo que en una tumba de 24 varas de profundidad excavada en La Popa (Quindío), «...tenía dos cajones y en cada cajón un difunto; ambos cajones tenían 4 libras de oro fino y tumbago. Entre las alhajas figuraba una cruz de doble travesaño y un poco separados uno de otro; el árbol principal tenía 8 pulgadas de longitud, largo de cada brazo 4 pulgadas, ancho de los palos atravesados y principal una y media pulgada. La cruz era sumamente bien hecha y delgada; pesó 5 castellanos...» (Arango p. 172). Por el estilo de esta cruz de oro de dos atravesaños o de Lorena, nos hace creer que pudo haber sido traída por navegantes Vikingos o por misioneros Normandos, los cuales llamaban al Nuevo Mundo Wineland. Un poco más al sur de la provincia Caramanta, en la zona de los Chancos también se han excavado tumbas extrañas, y aparentemente de Romanos y tal vez con escritos en latín, «...en Totocal, cerca de Toro (Valle), sacaron de una guaca una plancha de piedra bastante fina, que medía 8 pulgadas de diámetro, por media de espesor; en ella había unos escritos por ambos lados; las letras son de nuestro idioma, y no se sabe qué dicen ni en qué idioma o dialecto están escritas...» (Arango p. 199). Al río San Juan (Chocó), arribarían según parece muchos comerciantesdel Viejo Mundo y entre ellos los Fenicios, los Egipcios y los Greco-Romanos. En algunas islas de la Polinesia aun se habla latín. También en busca de oro y mambiando coca venía gente del Ecuador y del Perú
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