Los Finzenú: Tumbas, Montículos y Conexiones Transoceánicas, posiblemente influencias egipcias

 


Los Finzenú: Tumbas, Montículos y Conexiones Transoceánicas, posiblemente influencias egipcias

Texto tomado del capítulo de los finzenúes.

Dolmatoff estudió en el Sinú unas lometas gigantes con diferentes clases de tierras; «...es de observar que a unos 100 mts. hacia el sureste del túmulo se encuentra una pequeña laguna circular. Parece posible que ella se formó al ser excavada allí la tierra para construir el cercado ovalado ya que éste consiste en tierra negra...» (Reichel- Dolmatoff p. 59); y agrega el arqueólogo que «...además, se encuentran túmulos del tipo descrito en el Alto Sinú en Pasacaballos y Táparo...» (Reichel-Dolmatoff p. 130). En el parque Arbí también hay grandes socavones de donde se sacó la tierra para levantar las pirámides.   El cronista Castellnos describió las tumbas con perfiles de pirámides. }

«... Había por sus campos y llanuras, 
En grandor mas o menos señaladas, 
Muchas piramidales sepulturas 
Y por la mayor parte renovadas; 
Y estas por intentar otras venturas 
No fueron desenvueltas ni sacadas, 
Antes tocar en ellas nadie osa, 
Por mandarse con pena rigurosa...» 
(Castellanos Tomo II p.83). 

En 1984 estudiamos una sepultura de los indígenas Damaquieles a orillas del río Mulatos; el montículo, de tipo Finzenú, tenía unos 80 metros de largo y 8 metros de altura; no supimos el ancho pues el río Mulatos había derrumbado casi la mitad. Para su construcción los Indígenas habían acumulado 7 capas de tierra de distinto color; la de la mitad era una capa de piedra jaspe picada en pedazos de unos tres centímetros en promedio. Un campesino de la zona había encontrado en su centro una urna llena de huesos y varios pectorales, peines, brazaletes y collares de oro. En 1990 los habitantes del pueblo de Providencia (Córdoba) guaquearon una sepultura rectangular tipo piscina; según los informes de algunas personas que presenciaron la excavación, de ella sacaron unas 35 libras en piezas de oro como pendientes, cubrepenes, petos, chagualas y otras alhajas Finzenúes. Estas especiales tumbas piscinas también fueron excavadas en Amarna por algunos Egipcios, pero sobre todo levantaron pirámides con rocas. 

 Los Egipcios implantaron en Centro América la arquitectura funeraria de pirámides, con cámaras interiores como sepulcros; en el Sinú los Finzenúes tratarían de edificar con rojiza grava arcillosa algunas simbólicas estructuras macrolíticas dado que allí dominan auriferas tierras aluviales. Reichel-Dolmatoff nombra una semiestructura en el Bajo Sinú. «... Sobre la parte más alta de la loma central y mirando hacia el Norte, se encuentran varias hileras de grandes piedras calizas, evidentemente puestas intencionalmente en filas de unos 20 mts. de largo, con el objetivo aparente de delimitar una plataforma y de evitar la erosión de la vertiente. El tamaño y peso de las piedras nunca son mayores a lo que uno o dos hombres pudieron transportar sin mayores dificultades, y su arreglo en hileras, que siguen los contornos septentrionales de la elevación, indica que se trata de una construcción artificial. Otro indicio de ello se observa en el hecho de que, mientras que las lomas vecinas tienen su cumbre redondeada, la loma en cuestión muestra esa superficie plana, en unos 200x100 mts. de extensión...» (Reichel-Dolmatoff p. 122). Probablemente querían hacer una pirámide forrando el montículo con piedras, tal como lo intentaron hacer en una piramide del Parque Arbí (Medellín). En el Valle del Sinú hay colinas, cerros y montículos, posiblemente de génesis geomorfológica, pero también hay lometas y elevaciones que no tienen forma ni ubicación que nos indicara un origen geológico; además la arqueología aún no las ha ubicado ni las ha investigado; muchas lometas están erosionadas y el desgaste no es notorio porque la superficie está cubierta de pastizales o selva; otras lometas del Sinú fueron niveladas por tractores cuando se cultivó en ellas la caña de azúcar. Debajo de algunos túmulos muy desgastados, se han encontrado sepulturas muy ricas, que los guaqueros Españoles no encontraron. Los Finzenúes también construyeron murallas con el fin de evitar inundaciones y algunas tendrían una función diferente pues están ubicadas en terrenos situados fuera de los barremontes. 

 En el Alto Sinú se encuentra el Cerro Murrucucú y en las colinas que ascienden hacia la cumbre hay varios túmulos y posibles pirámides; en uno de ellos observó Reichel-Dolmatoff grandísimos metates estables: eran moles inamovibles con superficies cóncavas donde posiblemente molían las rocas auríferas que bajaban del alto Sinú; para ello usaban manos o hachas trapezoides de basalto, diorita, o andesita. «... En la zona al pie de la colina y en sus faldas se encuentran varias grandes rocas graníticas de muchas toneladas de peso, en cuyas superficie se observan grandes depresiones ovaladas y pulidas por el uso. Alrededor de estas rocas se encuentran fragmentos de manos de moler, que se adaptan perfectamente a las depresiones pulidas, y es pues aparente que las grandes rocas han sido utilizadas como bases para moler. Metates de un tamaño que se pueda transportar no se encontraron en ninguna parte, sino sólo estos grandes metates en piedra sólida...» (Reichel-Dolmatoff p. 50).

Por Ricardo Saldarriaga Gaviria


Esta información obtenida se sintetiza en los siguentes temas:

Estructuras funerarias y simbólicas de los Finzenú

El antropólogo físico Ricardo Saldarriaga Gaviria, en su capítulo los Finzenúes, Ecos del mundo faraónico del libro El Paisa y sus Orígenes, describe detalladamente las estructuras funerarias y simbólicas dejadas por los Finzenú, antiguos habitantes del valle del Sinú. Estas estructuras incluyen lometas, túmulos, montículos y sepulturas rectangulares en forma de piscina, construidas con notable complejidad técnica.

El trabajo del arqueólogo Gerardo Reichel-Dolmatoff, citado por Saldarriaga, complementa esta investigación al describir lomas artificiales y pequeñas lagunas circulares cercanas, indicando la intervención humana en el paisaje. Según Dolmatoff:

"…se encuentran túmulos del tipo descrito en el Alto Sinú en Pasacaballos y Táparo…” (Reichel-Dolmatoff, p. 130).

En el parque Arbí, cerca de Medellín, también se encontraron socavones de donde los indígenas extrajeron tierra para construir pirámides simbólicas, una práctica que evidencia el conocimiento técnico y espiritual de los Finzenú.


Testimonios históricos: crónicas y hallazgos arqueológicos

Los cronistas de la época, como Juan de Castellanos, registraron la existencia de sepulturas piramidales, descritas como sagradas y respetadas:

"…Había por sus campos y llanuras,
En grandor más o menos señaladas,
Muchas piramidales sepulturas..." (Castellanos, Tomo II, p. 83).

Además, los hallazgos modernos documentados por Saldarriaga muestran una complejidad aún mayor. En 1984, a orillas del río Mulatos, Saldarriaga estudió un montículo de 80 metros de largo y 8 metros de altura, compuesto por siete capas de tierra de distintos colores, con una capa intermedia de piedra jaspe triturada.

Dentro de esta sepultura se descubrieron una urna con restos óseos y valiosas piezas de oro: pectorales, peines, brazaletes y collares, reflejo del alto desarrollo orfebre de los Finzenú. En 1990, en Providencia (Córdoba), se excavó otra tumba rectangular tipo piscina, de donde, según testigos, se extrajeron 35 libras de oro en forma de pendientes, cubrepenes y petos, entre otras alhajas.


La influencia del mundo faraónico en los Finzenú

En el capítulo Ecos del mundo faraónico, Ricardo Saldarriaga Gaviria plantea una posible influencia cultural entre los Finzenú y las civilizaciones egipcias. Aunque los Finzenú utilizaron materiales locales como grava arcillosa rojiza y piedras pequeñas, sus pirámides simbólicas y las tumbas tipo piscina guardan similitudes  con las construcciones funerarias egipcias, como las excavadas en Amarna.

El antropólogo sugiere que estas coincidencias pueden ser el resultado de contactos culturales transoceánicos o de una convergencia en el simbolismo funerario. Reichel-Dolmatoff refuerza esta idea al describir estructuras en el Bajo Sinú, como una plataforma artificial delimitada por hileras de piedra caliza, indicando una intencionalidad humana evidente.


Minería y metates en el Alto Sinú

En las colinas del Cerro Murrucucú, los Finzenú desarrollaron una intensa actividad minera, procesando rocas auríferas mediante grandes metates fijos. Según Saldarriaga y Reichel-Dolmatoff, estas piedras inamovibles presentan depresiones pulidas por el uso, donde posiblemente se molían las rocas con herramientas de basalto, diorita y andesita.

Alrededor de estos metates, se hallaron fragmentos de manos de moler, adaptadas perfectamente a las depresiones, lo que sugiere un uso prolongado para actividades productivas relacionadas con la extracción y procesamiento del oro. Esta evidencia refuerza la idea del alto conocimiento técnico que poseían los Finzenú.


Impacto de la modernización y pérdida del patrimonio

En el análisis de Ricardo Saldarriaga Gaviria, también se advierte sobre el impacto negativo de la modernización en el valle del Sinú. Muchas lometas y túmulos han sido nivelados durante la expansión agrícola, especialmente para el cultivo de caña de azúcar, mientras que otros se han erosionado con el tiempo. A pesar de esto, bajo los restos desgastados aún se encuentran sepulturas ricas en artefactos de oro, lo que confirma la importancia arqueológica de la región.

Saldarriaga hace un llamado a la preservación de estos vestigios, subrayando su valor histórico y cultural como testimonio de una civilización avanzada.


La riqueza simbólica del oro en los Finzenú

El oro desempeñó un papel fundamental en la cultura Finzenú, no solo como símbolo de riqueza, sino también como elemento espiritual. Las piezas encontradas, como pectorales, narigueras y cubrepenes, presentan motivos antropomorfos y zoomorfos, lo que refleja su profunda conexión con la naturaleza y su cosmovisión.

Saldarriaga resalta la maestría de los Finzenú en la orfebrería precolombina, destacando la precisión técnica y el simbolismo espiritual en cada una de sus creaciones.


Conclusión: El legado de los Finzenú según Ricardo Saldarriaga Gaviria

El capítulo de los finzenúes "Ecos del mundo faraónico" del libro El Paisa y sus Orígenes ofrece una mirada profunda al legado cultural, arquitectónico y espiritual de los Finzenú. Ricardo Saldarriaga Gaviria, a través de sus investigaciones y referencias a estudios como los de Gerardo Reichel-Dolmatoff, reconstruye la historia de esta civilización que logró combinar el conocimiento técnico con una profunda espiritualidad.

Desde sus lometas y montículos hasta su extraordinaria orfebrería y minería, los Finzenú dejaron un testimonio invaluable que merece ser estudiado y preservado. La obra de Saldarriaga es una invitación a conocer y valorar este pasado, así como a reflexionar sobre las posibles conexiones entre las culturas del Sinú y civilizaciones como la egipcia.

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